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LA MUJER ATENIENSE ¿ESCLAVA O CIUDADANA?
Platón nace en Atenas, en el año 427 a.C, en una época en la que comienza el declive político y militar de su ciudad, y muere en el 348 a.C. No obstante en esta sociedad ateniense llamada democrática, cuna de la civilización actual, la mujer no participa activamente en el gobierno de la ciudad-estado, puesto que carece de derechos políticos y jurídicos igualitarios a los hombres, hallándose al mismo nivel que los esclavos. Su vida transcurre recluida en el gineceo (estancias de la vivienda reservadas para ella) debiendo permanecer lejos de toda mirada masculina. Las jóvenes atenienses reciben una enseñanza centrada en la preparación para las ocupaciones domésticas, a cargo de algún familiar femenino, o alguna criada o esclava. Su vida está fundamentalmente orientada hacia el matrimonio, puesto que está supeditada al control masculino. En los últimos años del siglo V, en la época de la guerra del Peloponeso, la situación de las mujeres atenienses mejora en cuanto a su libertad de movimiento. En esta época, vivieron en Atenas algunas mujeres que destacaron por su inteligencia y cultura, llegando a ser reconocidas y admiradas como Aspasia de Mileto.
A diferencia de la situación cultural y política que ostentan las mujeres griegas en el s.Va.C, Platón en su Estado Ideal, construido en su obra “La República”, concede a la mujer una completa participación en los derechos políticos y jurídicos, en los conocimientos y deberes de la ciudad-estado. A pesar de que es incuestionable la diferencia en la naturaleza del hombre y la mujer (puesto que existen atributos femeninos, como la capacidad de alumbramiento, que determina esta diferenciación) considera que esta distinción no es impedimento para que ambos realicen las mismas tareas. Platón reconoce que la “superioridad”(entendida como el dominio de un arte determinado) está dictada por la naturaleza, pero ésta no responde de forma definitiva por ninguno de los dos sexos. Por tanto el Estado seleccionará a sus guardianes de entre los mejores, sin importar su sexo, dado que por naturaleza y por la educación pueden desempeñar indistintamente las mismas tareas. Platón considera que la situación de la mujer en la polis es poco digna y contradictoria a las leyes de la naturaleza.
Irene Villanueva Pérez