¿BRUJERÍA O NEGOCIO ECLESIÁSTICO?

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Durante los tres capítulos, el autor se centra en el concepto de brujería y la caza de las brujas producidas, sobretodo, en la Europa medieval. El autor explica como las supuestas brujas eran torturadas con el fin de confesar su predilección por las artes oscuras y el diablo y eran obligadas a delatar a otras brujas que estaban en los aquelarres. Una vez terminada la tortura estas brujas eran quemadas. Todo esto suponía un modo de recaudar dinero a la Iglesia, ya que la tortura y quema corría a cuenta de las familias lo que suponía un enriquecimiento de la Iglesia. Con esta manía de las brujas se conseguía una frustración de todo el mundo que comportó un aumento de la inseguridad, con los que eran más fáciles de controlar. Así, los nobles y la Iglesia se presentaron como los grandes protectores de estos enemigos difíciles de detectar.

Por último, el autor expone que con el resurgimiento actual de actitudes y teorías consideradas durante mucho tiempo incompatibles con la tecnología y la ciencia occidentales, se asocian a un nuevo estilo d vida llamado contracultura. Según ésta, no puede darse una explicación objetiva en el estudio de los estilos de vida, ya que carecen, como dice el autor, de explicaciones científicas.

Hay una base bien fundada para suponer que si luchamos por desmitificar nuestra conciencia ordinaria, mejoraremos las perspectivas de paz y justicia económica y política. El retorno de las brujas no es más que esta nueva contracultura, con la que se deben fragmentar y disolver las energías de la oposición para poder así consolidar las desigualdades contemporáneas que harán que la humanidad progrese.

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