"VACAS, CERDOS, GUERRAS Y BRUJAS"

El propósito de esta original y sorprendente obra de MARVIN HARRIS es dar respuesta a una serie de curiosos enigmas. ¿Por qué un tabú religioso prohíbe a judíos y musulmanes comer carne de cerdo? ¿Cuál es el motivo de que los hindúes adoren a las vacas?¿Por qué surgen los movimientos mesiánicos?¿Cómo interpretar el machismo o la belicicosidad de ciertas culturas?La estrategia del investigador consiste, en este caso, en desubrir las causas materiales que se ocultan tras la aparente irracionalidad de los estilos de vida de las diversas formaciones culturales. Otras obras de Marvin Harris en esta colección: "Caníbales y reyes","Antropología cultural","Nuestra especie","Bueno para comer" y "La cultura norteamericana contemporánea".

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Marvin Harris (1927-2001), sociólogo y antropólogo cultural estadounidense, desarrolló el ‘materialismo cultural’ en antropología y contribuyó a crear una visión más moderna de esta ciencia.
Nacido en Chicago, Illinois, estudió en la Universidad de Columbia de la ciudad de Nueva York. Obtuvo la licenciatura (1949) y el doctorado (1953) en Letras y ejerció la docencia hasta la década de 1980. En 1981 se trasladó a la Universidad de Florida, donde desde entonces formó a varias generaciones de estudiantes.
Harris realizó trabajos de campo en Brasil, Ecuador, Mozambique y otros países, lugares donde empezó a desarrollar su enfoque materialista cultural, teoría que destaca los aspectos económicos y tecnológicos de las sociedades humanas. Mantiene posturas semejantes a las del antropólogo estadounidense Lewis Henry Morgan, cuya obra sobre la evolución llevó a Friedrich Engels a desarrollar la teoría del materialismo dialéctico.
Según el materialismo cultural, todas las sociedades están divididas en tres niveles primarios de organización: infraestructura, estructura y superestructura. La infraestructura corresponde a la producción de bienes y servicios, así como a la reproducción y mantenimiento de la población; la estructura incluye las relaciones políticas y locales de cada sociedad; por último, la superestructura consiste en las ideas, valores, creencias, arte y religión de las sociedades. El materialismo cultural postula que los cambios o innovaciones que se dan en una cultura se originan en la infraestructura y se reflejan primero en la estructura y después en la superestructura. Harris perfeccionó los métodos de estudio antropológicos al diferenciar el carácter de la investigación en emic y etic: el método emic representa las estrategias de la antropología basadas en la visión propia de una cultura determinada; el método etic representa el enfoque exterior.

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A diferencia de otros materialistas, Harris no se interesó por el avance de las culturas, es decir, su evolución, sino por descifrar el desarrollo de los rasgos culturales específicos de cada sociedad. Destacan sus obras: Cultura, hombre y naturaleza (1971), Materialismo cultural (1979), Vacas, cerdos, guerras y brujas (1980), El desarrollo de la teoría antropológica (1982), Nuestra especie (1991) y Muerte, sexo y fecundidad (1991). Falleció el 25 de octubre de 2001 en Gainesville, Florida.

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"Vacas, cerdos, guerras y brujas", es un ensayo escrito en 1974, que interpreta un tema filosófico antropológico, que tiene como objetivo ofrecer un marco de reflexión, crítico y racional, sobre la propia vida y las actividades humanas. Marvin Harris realizó una importante aportación a la historia desde una visión lógica y vital de las diversas comunidades culturales existentes. La obra trata de recoger las causas de estilos de vida aparentemente irracionales e inexplicables, siempre asociados a la religión y a la tradición, mediante un conjunto de investigaciones y teorías, para responder a cuestiones que la humanidad siempre se ha planteado, incluido el propio autor. Tales “investigaciones y teorías” fueron publicadas por primera vez en 1980.

Este libro está constituido por 247 páginas. El contenido de la obra está estructurado en 11 capítulos (además del prefacio, el prólogo, el epílogo y la bibliografía). Como bien indica el autor en el prefacio: "Es importante que los capítulos de este libro se consideren como fundados unos en otros y con un efecto acumulativo".

El ensayo se centra en cuatro grandes tópicos, la adoración de las vacas por parte de los hindúes, que abarca el pimer capítulo "La madre vaca"; la prohicibión a judíos y musulmanes del consumo de carne de cerdo, que incluye el segundo capítulo "Porcofilia y Porcofobia"; las guerras, comprendidas en los capítulos "La guerra primitiva", "El macho salvaje" y "El potlatch", religión en "El cargo fantasma", "Mesías" y "El secreto del principe de la Paz" ; y por último el tema de las brujas, que se trata en "Escobas y aquelarres", "La gran locura de las brujas" y "El retorno de las brujas".

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El autor ha elegido casos raros que parecen enigmas insolubles con el fin de mostrar que algunos estilos de vida aparentemente irracionales tienen una explicación racional. Con este libro pretende desmentir que los enigmas no tienen respuestas y que Dios conoce las causas de los estilos de vida. También quiere mostrar que las creencias raras están fundadas en condiciones, necesidades y actividades ordinarias. .

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El autor afirma que los estilos de vida están arropados en mitos y leyendas que presentan atención a condiciones sobrenaturales, y que estos arropamientos confieren a la gente una identidad pero ocultan las verdades de la vida social. Relaciona el aislamiento de la conciencia de los hechos prácticos con la ignorancia , por lo que respeta a diferentes estilos de vida , con el miedo y con el conflicto. De esta forma, concluye afirmando que por lo que respeta a los diferentes estilos de vida permanecemos en un estado de ignorancia.

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El autor analiza el comportamiento de los hindúes que veneran a las vacas, a las que consideran símbolo de todo lo vivo. Así, afirma que no hay mayor sacrilegio para un hindú que matar a una vaca. De esta forma, parece absurdo que poseyendo tales fuentes de nutrientes la población hindú rehúse comerlas, y consecuentemente se muera de hambre. El autor muestra una posible explicación por lo que respeta a esta costumbre, asociando tal comportamiento a la importancia que representa la vaca cebú en la sociedad hindú. La función de la cual no es únicamente dar leche, ya que da poca, sino que además engendra bueyes que son empleados para arar los campos, transportar las mercancías y que por tanto, favorecen la supervivencia de los campesinos. Estas vacas también son útiles por el estiércol que producen, el cual emplean los campesinos como combustible, abono de campos y recubrimiento de los suelos. Además de esta función, tales vacas son las responsables de devorar los desperdicios de la ciudad, de tal forma que no suponen unos competidores de recursos alimenticios para la especie humana. Por tanto, se concluye que el amor a las vacas de la sociedad hindú activa la capacidad de los seres humanos para mantenerse en un ecosistema con bajo consumo de energía.

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El autor analiza el comportamiento de ciertos pueblos que aborrecen el mismo animal que otros aman. En este capítulo se centra en las causas que dan lugar a que judíos y musulmanes prohiban el consumo de cerdos, así como en las causas que dan lugar a que en Nueva Guinea o en algunas islas de Melanesia, les rindan culto. El autor explica que la prohibición del consumo de cerdos no está relacionada con medidas higiénico sanitarias, sino con la existencia de países con climas cálidos, donde el cerdo posee problemas para obtener agua, de esta forma no puede adaptarse a estos países porque suda poco, no tiene ningún aislante, y por tanto necesita mucha agua para regular su temperatura corporal. Además, en aquellas zonas donde existe escasez de recursos, compite por los mismos alimentos que el hombre.

.Por lo que respeta a aquellos lugares como Nueva Guinea y Melanesia, donde rinden culto al cerdo, afirma que poseen esta actitud a causa de la abundancia de agua y vegetación que pueden obtener los cerdos en su medio natural, por lo tanto, éstos son capaces de adaptarse a estas condiciones. En estos países poseer cerdos denota prestigio.

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El primitivo estilo de vida de tribus, como los Maring de Nueva Guinea, es analizado por el autor. Estas tribus violentas emprenden guerras porque se convierten en el único método de control demográfico, ya que el exceso de población masculina útil para la guerra es primordial para la supervivencia de la tribu, pero la situación demográfica se vuelve insostenible y se tiene que recurrir al infanticidio de niñas..
La supremacía del varón en algunas comunidades culturales debe atribuirse a teorías que hacen hincapié en instintos inalterables y teorías que ponen de manifiesto la adaptatividad de los estilos de vida ante condiciones prácticas y mundanas modificables. El movimiento de liberación de la mujer sostiene que la anatomía no es el destino, puesto que la asignación de roles sociales en base al sexo no se deriva automáticamente de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. Nuestra forma principal de adaptación biológica no es la anatomía, es la cultura.

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Para comprender la relación entre machismo y guerra el autor analiza el estilo de vida de un grupo específico de sexistas militares primitivos; los yanomamo, un grupo trivial que habita en la frontera entre Brasil y Venezuela. El mal trato a la mujer, ha sido explicado por algunos autores como la necesidad del hombre yanomamo de demostrar a otros hombres que es capaz de matar. Según Marvin Harris, la supremacía del varón en esta cultura es un caso de “realimentación positiva”. Cuanto más feroces son los varones, mayor es el número conflictos bélicos emprendidos y mayor la necesidad de los mismos. Asimismo cuanto más fieros son los hombres, mayor es su agresividad sexual, mayor la explotación de las hembras y mayor el hecho de la poliginia. A su vez ésta agrava el déficit de mujeres, aumenta el nivel de frustración entre los varones jóvenes e incrementa la motivación para ir a la guerra.

.Las perspectivas últimas de igualdad sexual dependen de la eliminación definitiva de las fuerzas policiales y militares convencionales, que deberá ser consecuencia de la no necesidad de éstas en la sociedad.

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Desde tiempos remotos ciertos pueblos han estado tan hambrientos de aprobación social como otros de carne. Este anhelo de aprobación social se ha convertido en una lucha, cuyo fin es el prestigio y el medio para llegar a él, es la competitividad. A principios del siglo actual los antropólogos encontraron tribus en las que la sed de prestigio les llevaba a cometer notables despilfarros y prácticas de consumo descontroladas.
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El potlatch es una práctica de consumo y despilfarro conspicuo, cuyo objetivo es donar o destruir más riqueza que el rival, por lo tanto este ritual es el resultado del anhelo obsesivo de estatus por los jefes de las tribus. Todo jefe se ve obligado a justificar y validar sus pretensiones a la jefatura. Sin embargo, en la región de Melanesia y Nueva Guinea, podemos encontrar los grandes hombres, que deben su estatus superior al gran número de festines que cada uno ha patrocinado durante su vida. Este prestigio se construye con trabajo y esfuerzo, escalando los distintos peldaños de la jerarquía social. Los grandes hombres trabajan y se preocupan más, pero consumen menos que cualquier hombre, por lo que su única recompensa es el prestigio. Los grandes hombres llevan a cabo una forma de intercambio económico conocida como redistribución, consistente en reunir los resultados del esfuerzo productivo y redistribuir la riqueza acumulada entre un grupo de personas.

.El estilo de vida igualitario se basa en la técnica de la reciprocidad, intercambio económico que tiene lugar entre dos individuos en el que ninguno especifica con precisión que es lo que espera como recompensa, para ello hay que vivir en una sociedad que carezca de dinero y en la que nada se puede comprar o vender. En la perspectiva evolutiva esto se traduce como una jerarquización económica e imposición de una nueva pirámide social..

La sustitución de la reciprocidad por la búsqueda de estatus hizo posible que poblaciones humanas sobrevivieran y prosperaran en una región determinada. Esta sustitución se trataba de trabajar más o de fenecer.

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Escenario, Nueva Guinea. Los nativos esperan, en una especie de pista de aterrizaje improvisada, la llegada de los aviones cargo, repletos de alimentos en conserva, ropas radios portátiles, relojes de pulsera y motocicletas; y estos aeroplanos son conducidos por los antepasados que vuelven a la vida. El culto al cargo comenzó tiempo atrás. Los profetas del cargo sostienen que la riqueza se genera en algún lugar remoto por medios misteriosos y enigmáticos, sobrenaturales. Los misioneros, comerciantes y funcionarios del gobierno saben como obtener esta riqueza que se les envía en aviones o barcos, es decir, poseen el secreto del cargo. Para explicar el culto a esta creencia el autor emplea el ejemplo del área de Madang en la costa Norte de Nueva Guinea australiana.

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Las teorías nativas sobre el cargo evolucionan en respuesta a condiciones que cambian continuamente. Los antepasados han sido americanos, alemanes, japoneses, australianos, dependiendo del los factores externos que les afectasen, como son la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial. Los cultos cargo buscaban el derrocamiento de un orden político establecido específico y la creación de un reino en un lugar de la tierra bien determinado.

Los nativos retrocedieron y avanzaron de nuevo siguiendo trayectorias desconcertantes. Los invasores fueron tratados como grandes hombres arrogantes. Para obligar a estos grandes hombres extranjeros a compartir su riqueza y calmar su apetito de tierra y mano de obra, los nativos intentaron aprender su lengua y penetrar sus secretos. Así empezó la época de conversión al cristianismo, abandono de costumbres nativas y sumisión a los impuestos y al reclutamiento de mano de obra. Insistían en que el cargo debía ser redistribuido, ya que no aceptaban que el trabajo duro y las máquinas supusiesen la liberación de sus ríos de riqueza. En cierto sentido, los nativos tenían derecho a los productos de las naciones industrializadas, en tanto que han sido su mano de obra, aunque no pudiesen asumir sus costes económicos. El cargo era su forma de expresar eso.

¿Puede ayudarnos el misterio del cargo fantasma a comprender las condiciones responsables del origen de nuestros propios estilos de vida religiosos?

A diferencia de los cultos cargo, Jesús de Nazaret no se interesó por el derrocamiento del sistema político, sino que era superior a este mundo, era sobrenatural. El cristianismo surgió primero entre los judíos que vivían en Palestina, basado en la creencia en la venida de un salvador llamado Mesías, es probable que significara originalmente cualquier persona o cosa que poseyera santidad y poder sagrado. David, fundador del primer imperio judío, afirmaba tener una relación divina con el dios judío Yahvé; él fue el primer Mesías. Tras la muerte de David, su imperio empezó a desmoronarse, por lo que los judíos se preguntaron por qué Yahvé no había cumplido su promesa a David de que su dinastía nunca acabaría, la respuesta fue que el pueblo había violado las leyes sagradas y habían practicado ritos impuros, por lo que habían pecado, eran culpables. Pero Yahvé los perdonaría, y su pueblo sería vengado, puesto que enviaría otro príncipe militar, para destruir las naciones enemigas. El culto del mesías vengativo había nacido y era re-creado en una lucha por derrocar un sistema explotador de colonialismo político y económico.

El culto del mesías pacífico se desarrolló en medio de esta guerra y en los mismos distritos de Palestina donde sucedieron las rebeliones guerrilleras más feroces de la historia. El culto del mesías vengativo, estaba adaptado a la lucha contra el colonialismo romano. El culto a Jesús se desarrolló mientras la conciencia militar-mesiánica se aceleraba y se extendía alcanzando un gran éxito. El autor muestra el vínculo existente entre Juan el Bautista y Jesús. Según Marvin Harris, las tareas realizadas por Juan el Bautista y Jesús en nada se diferenciaban de la de los movimientos militar-mesiánico judío.

Por una parte, según los manuscritos del Mar Muerto, Juan el Bautista, igual que la los quamranitas, es decir, los judíos (‘Hijos de la Luz’), querían conseguir el arrepentimiento de los judíos que confesaban su culpa. Los ‘Hijos de la Luz’ ivban a librar batalla contra los romanos ‘Hijos de las Tinieblas’. Según esto, existe una relación directa entre Juan el Bautista y los quamranitas, ya que es muy difícil separar las enseñanzas de Juan de la corriente militar-mesiánica judía, justo en el período de guerrillas con Roma.

Tampoco había nada especialmente pacificador en lo que Jesús y sus discípulos realizaron, ya que incluso llegaron a provocarse confrontaciones violentas con otras personas. Según los Evangelios, los discípulos de Jesús tenían apodos militares y que algunos de ellos portaban armas y espadas. También explican como oponían resistencia ante la ley y que cuando Jesús fue crucificado, los dos hombres que estaban junto a él eran, precisamente bandidos-zelotes.

Con todo esto, podemos observar que la conciencia de estilo de vida compartida por Jesús y su círculo más íntimo no era la de un Mesías pacífico.

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Durante los tres capítulos, el autor se centra en el concepto de brujería y la caza de las brujas producidas, sobretodo, en la Europa medieval. El autor explica como las supuestas brujas eran torturadas con el fin de confesar su predilección por las artes oscuras y el diablo y eran obligadas a delatar a otras brujas que estaban en los aquelarres. Una vez terminada la tortura estas brujas eran quemadas. Todo esto suponía un modo de recaudar dinero a la Iglesia, ya que la tortura y quema corría a cuenta de las familias lo que suponía un enriquecimiento de la Iglesia. Con esta manía de las brujas se conseguía una frustración de todo el mundo que comportó un aumento de la inseguridad, con los que eran más fáciles de controlar. Así, los nobles y la Iglesia se presentaron como los grandes protectores de estos enemigos difíciles de detectar.

Por último, el autor expone que con el resurgimiento actual de actitudes y teorías consideradas durante mucho tiempo incompatibles con la tecnología y la ciencia occidentales, se asocian a un nuevo estilo d vida llamado contracultura. Según ésta, no puede darse una explicación objetiva en el estudio de los estilos de vida, ya que carecen, como dice el autor, de explicaciones científicas.

Hay una base bien fundada para suponer que si luchamos por desmitificar nuestra conciencia ordinaria, mejoraremos las perspectivas de paz y justicia económica y política. El retorno de las brujas no es más que esta nueva contracultura, con la que se deben fragmentar y disolver las energías de la oposición para poder así consolidar las desigualdades contemporáneas que harán que la humanidad progrese.

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Las sociedades son grupos de personas que interaccionan y viven en común para hacer posible el cumplimiento de diversos objetivos fundamentales para su supervivencia. Estas sociedades consiguen sobrevivir debido a la selección natural, la cual beneficia estas agrupaciones, porque la cooperación de los individuos que las forman, ayuda a que obtengan un beneficio unitario, contra los inconvenientes de vivir de forma autónoma.

Así, las generaciones futuras decidirán seguir viviendo en sociedades colectivas, donde continuaran respetando las costumbres de esas sociedades, es decir, su cultura. Por lo que respecta a las culturas, dentro de una misma sociedad existen diferentes, dependiendo de las necesidades y condiciones de los individuos. Utilizando y modificando el materialismo dialéctico de Marx, Marvin Harris desarrolla el concepto de materialismo cultural. Igual que él, Marvin Harris afirma que "el modo de producción de la vida material determina el carácter general de los procesos sociales, políticos y espirituales" y "no es la conciencia humana lo que determina su existencia, sino, al contrario, es su existencia social la que determina su conciencia".

El planteamiento general de Marvin Harris para analizar el mundo actual, es partir del axioma de que todas las conductas humanas tienen un componente racional claro, por muy distintas que sean las culturas y los hechos que se estudien. Por ello aborda decididamente aspectos de algunas culturas aparentemente irracionales y calificados como inexplicables por otros estudiosos de la humanidad, antropólogos o no. Centrándose en cinco temas diferentes.

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En primer lugar, en cuanto a la adoración de las vacas, el autor nos muestra las causas racionales que explican el comportamiento de los hindúes por lo que se refiere a la veneración a estos animales. Marvin Harris afirma que estamos confundidos ya que la sociedad nos ha hecho creer que el comportamiento de los hindúes sobre las vacas, es la consecuencia de actos pasados, cuyas causas únicamente Dios conoce. Con esto, las personas no nos preguntamos cuales son esas causas porque las consideramos un enigma cultural, el cual, en esta sociedad tecnológica y científica, no tiene respuesta racional.

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Realmente, estos actos pasados, no son más que circunstancias sociales que han ocurrido de forma natural, sin intervención divina, ya que tienen una explicación razonable que demuestra la necesidad de estas vacas para los beneficios de la población hindú: su estiércol se utiliza como fuente de energía y como recubrimiento de los suelos; los bueyes engendrados por estas vacas son un importante recurso para la mayoría de la población ya que ayudan a los campesinos en la realización de las tareas agrícolas... Estas son las causas por las cuales los hindúes respetan tanto a las vacas porque les proporciona un gran número de ventajas.

Seguidamente, en lo referente al tema de los cerdos, el autor analiza la conducta de varias culturas respecto a ellos. Por una parte, nos muestra como judíos y musulmanes prohíben su consumo, mientras que los habitantes de Nueva Guinea y Melanesia le rinden culto. La saciedad actual da respuesta a esta conducta empleando la religión, es decir, mediante la tradición seguida por estos pueblos durante años y que han quedado grabadas en los libros sagrados que perduran en el tiempo.
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Por contraposición, existen teorías racionales que explican estas costumbres. Los lugares habitados por musulmanes y judíos no disponen de un clima propicio para el desarrollo de la vegetación, ni de abundante agua, lo que complica su vida, ya que los cerdos también comparten con ellos los mismos recursos. Es muy difícil mantener a un animal en idénticas condiciones que a un hombre, cuando estos recursos escasean y, por tanto, conlleva a la prohibición del consumo de cerdos.

Al contrario, Nueva Guinea y Melanesia sí disponen de estas condiciones climáticas, por lo que la existencia de cerdos no resulta un inconveniente para su supervivencia. Como resultado de la adaptación a un entorno favorable se produce la adoración de los cerdos por parte de estas culturas.

En tercer lugar cabe destacar la postura que toma el autor ante la respuesta a cuál es el origen o la causa por la que se generan los conflictos bélicos. Algunos estudiosos son partidarios de la tesis que sostiene que la guerra se originó con las comunidades aldeanas. El crecimiento demográfico produjo la necesidad de implantarse en nuevas tierras y así desplazar a los grupos más débiles que se encontraban asentados en estas tierras. Sin embargo, otros antropólogos niegan la existencia de estos combates, ya que las comunidades eran reducidas y estaban demasiado diseminadas; así pues, la guerra era totalmente irracional y antieconómica.

También existe la teoría de la guerra como solidaridad; según esta teoría, éste es el precio que se paga para crear la unidad grupal. El hecho de tener enemigos externos crea un sentimiento de identidad grupal e intensifica el espíritu de cuerpo. El grupo que lucha junto permanece unido. Por último, señalaremos la teoría de la guerra como política; esta teoría defiende que la guerra se sostiene cuando un grupo quiere mejorar su situación política, social y económica a costa de otro grupo.

Según Marvin Harris, el fenómeno bélico está construido sobre unos cimientos racionales. En primer lugar defiende que la guerra está relacionada con el control demográfico, ya que el exceso de población masculina útil para la guerra fue primordial para la supervivencia de la tribu. La guerra en esas sociedades grupales y aldeanas dio especificidad sexual a la práctica del infanticidio femenino.

Además Harris analiza la relación que guarda el machismo que caracteriza a algunas comunidades culturales, con las beligerancias. Según el autor, la supremacía del varón en algunas culturas era un caso de “realimentación positiva”. La ferocidad de los varones, incrementaba el número conflictos bélicos emprendidos y, por tanto, la necesidad de los mismos. Asimismo cuanto más fieros eran los hombres, mayor era su agresividad sexual, mayor la explotación de las hembras y mayor el hecho de la poliginia, que agravaba el déficit de mujeres, aumentaba el nivel de frustración entre los varones jóvenes e incrementaba la motivación para ir a la guerra. En una entrevista concedida a una revista Harris afirma: "El sexo es un instinto irresistible; la guerra, no".

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Otro tópico que analiza Marvin Harris en su ensayo es el surgimiento de los movimientos mesiánicos. La imagen idílica de un Jesucristo pacifista se contradice con algunos de los rasgos que se le atribuyen en el Evangelio. El Jesús pacifista es un invento posterior a la caída de Jerusalén, cuando el pueblo judío fue definitivamente derrotado por el imperio romano. El cristianismo surgió primero entre los judíos palestinos que creían en la venida de un salvador llamado Mesías. Los primeros seguidores de Jesús creyeron que él era el Mesías. Todos los pueblos primitivos creían que las batallas se ganaban con ayuda divina. David, el creador del primer imperio judío, creía que tenía una relación divina con Yahvé y era llamado Mesías por el pueblo. Por tanto, puede que en su origen esta palabra se refiriera a las personas que poseían santidad o poder sagrado. Su historia de ascensión desde un nacimiento humilde y su elevación a través de la carrera militar eran el ideal de la figura militar-mesiánica judía. Yahvé había prometido que el reino de David perduraría, pero se desmoronó poco después de la muerte de David.

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El lugar escogido para el desarrollo de este gran imperio, constituía un pasillo militar que recorrían los grande ejércitos de la antigüedad de los egipcios a los romanos pasando por babilonios, sirios, persas y griegos. El gran misterio era porque no se había cumplido la promesa de Dios y su pueblo había sido esclavizado y sometido repetidas veces. La respuesta fue que los judíos tampoco habían cumplido su promesa, al violar las leyes sagradas y practicar ritos impuros. Cuando estos borraran sus pecados, serían perdonados y un nuevo Príncipe vendría a vengar a su pueblo y construiría un imperio eterno.

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El estilo de vida militar mesiánico constituyó un fracaso adaptativo, para Harris, pues no consiguió restaurar el reino de David y provocó la pérdida de la integridad del Estado judío. La revolución contra Roma fue provocada por las desigualdades del colonialismo, y la guerra se emprendió por razones prácticas y mundanas aunque públicamente se primaran las religiosas. La revolución significa que una población explotada debe tomar medidas desesperadas frente a las grandes dificultades que supondrá derrocar a sus opresores. La alternativa es tan detestable que hace que valga la pena correr riesgos. El Mesías pacífico aparece como un hecho inexplicable, dada la fuerte penetración social que detentaba la figura del Mesías vengador. Su aparición en el tiempo parece equivocada.
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Adentrándonos en la materia de las brujas, Marvin Harris enuncia como un gran nombre de mujeres fueron quemadas por su supuesto vínculo con demonios y artes oscuras, es decir, por brujería. La Iglesia daba entender que estas relaciones con el Diablo debían ser castigadas. Para ello, torturaban a las ‘brujas’ hasta que confesaban estar involucradas en estos turbios asuntos, y acabar quemadas en la hoguera. Pero también cabe añadir que, cuando estas brujas eran torturadas, la Iglesia no solo quería su implicación, sino que además, pretendía obtener el nombre de otras brujas.

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La razón de este comportamiento es el beneficio económico que propiciaba su captura, ya que la tortura y quema de las brujas corría a cargo de la familia. Por lo tanto, cuántas más brujas, más dinero, un negocio redondo. Para no verse involucrada en este injusto asunto, la Iglesia disponía de unos documentos en los cuales las mujeres quemadas confirmaban ser brujas. Lo que resulta extraño es que estos documentos dicen que la confesión ha sido voluntaria bajo tortura. Pero, ¿cómo puede ser una confesión voluntaria, si ha habido tortura? ¿No esto un contradicción en toda regla? Los eclesiásticos no tenían respuesta ética a la caza de brujas.

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Por último, es importante recalcar que, aparentemente las culturas son misteriosas ya que para dar respuesta a su comportamiento utilizan explicaciones “espiritualizadas”. Ahora, tal y como hemos visto, sabemos que las culturas se fundamentan en causas racionales, basadas en una mejor comprensión de las circunstancias prácticas.

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